La curación implica entender el propósito de la ilusión de la
enfermedad. Sin ese entendimiento la curación es imposible.
I. El propósito de la
enfermedad
1. La curación se logra en el instante en que el que sufre deja de
atribuirle valor al dolor. ¿Quién elegiría sufrir a menos que pensase que ello
le va a aportar algo, y algo que tiene valor para él? Indudablemente cree que
está pagando un precio módico por algo de mayor valor, pues la enfermedad es
una elección, una decisión. Es decidirse por la debilidad, debido a la
equivocada convicción de que es fuerza. Cuando esto sucede, se ve a la
verdadera fuerza como una amenaza y a la salud como algo peligroso. La
enfermedad es un método, concebido en la locura, para sentar al Hijo de Dios en
el trono de su Padre. A Dios se le ve como algo externo, poderoso y feroz,
ávido por quedarse con todo el poder solo para Sí Mismo. Únicamente con Su
muerte puede Su Hijo conquistarle.
2. ¿Y qué representa la curación dentro de esta loca convicción?
Simboliza la derrota del Hijo de Dios y el triunfo de su Padre sobre él.
Representa, directamente, el máximo desafío que el Hijo se ve forzado a
aceptar. Representa todo lo que él se ocultaría a sí mismo para proteger su
“vida”. Si se cura, él es responsable de sus pensamientos. Y si es responsable
de sus pensamientos, será destruido a fin de demostrarle cuán débil y miserable
es. Pero si él mismo elige la muerte, su debilidad se convierte en su fuerza. Ahora
se ha infligido a sí mismo lo que Dios le habría impuesto, y de esta forma ha
usurpado completamente el trono de su Creador.
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