sábado, 29 de febrero de 2020

Un Curso de Milagros



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29. EN CUANTO A LO DEMÁS...



1. Este manual no pretende responder a todas las preguntas que tanto maestro como alumno puedan plantear. De hecho, solamente aborda algunas de las más obvias, a modo de un breve resumen de algunos de los principales conceptos expuestos en el texto y en el libro de ejercicios. No es, sin embargo, un substituto de ninguno de ellos, sino meramente un suplemento. Aunque su título es Manual para el maestro, no hay que olvidar que el tiempo es lo único que separa al maestro del alumno, de manera que la diferencia entre ellos es, por definición, temporal. Es posible que a algunos alumnos les sea más útil leer primero el manual. A otros les puede resultar mejor empezar con el libro de ejercicios. Y quizá habrá otros que necesiten empezar en el nivel más abstracto que ofrece el texto.

2. ¿Qué es mejor para unos y qué es mejor para otros? ¿Quién sacaría mayor provecho de rezar solamente? ¿Quién necesita tan solo una sonrisa, al no estar aún listo para nada más? Nadie debe tratar de responder a estas preguntas por su cuenta.  Es indudable que ningún maestro de Dios ha llegado hasta este punto sin haberse dado cuenta de esto.  El programa de estudios es altamente individualizado, y todos sus aspectos están bajo el cuidado y la dirección especial del Espíritu Santo. Pregunta y Él te contestará. Ésa es Su responsabilidad, y solo Él está capacitado para asumirla. Responder es Su función. Dirigirle a Él tus preguntas es la tuya. ¿Querrías ser responsable de decisiones de cuyos antecedentes sabes tan poco? Alégrate de tener un Maestro que no puede equivocarse. Sus respuestas son siempre acertadas. ¿Podrías tú decir lo mismo de las tuyas?

3. Hay otra ventaja—y muy importante por cierto—en poner cada vez más en manos del Espíritu Santo todas las decisiones. Aunque su importancia es obvia, tal vez no hayas pensado en este aspecto: seguir las directrices del Espíritu Santo es permitirte a ti mismo quedar absuelto de toda culpa. Es la esencia de la Expiación. Es el núcleo central del programa de estudios. La imaginaria usurpación de funciones que no te corresponden es la causa del miedo. El mundo que ves refleja la ilusión de que has usurpado una función que no te corresponde, haciendo que el miedo sea inevitable. Devolver dicha función a Quien le corresponde es, por lo tanto, la manera de escapar del miedo. Y esto es lo que hace posible que el recuerdo del amor retorne a ti. No pienses, entonces, que necesitas seguir la dirección del Espíritu Santo solo por razón de tus insuficiencias. Necesitas seguirla porque es la manera de escaparte del infierno.

4. He aquí una vez más la paradoja a la que frecuentemente se hace referencia en el curso. Decir: “No puedo hacer nada por mi cuenta” es ganar todo poder. Esto, sin embargo, no es más que una aparente paradoja. Tal como Dios te creó, dispones de todo poder. La imagen que has forjado de ti mismo no tiene ninguno. El Espíritu Santo conoce la verdad acerca de ti. La imagen que tú has forjado, no. Sin embargo, a pesar de su obvia y absoluta ignorancia, dicha imagen asume que lo sabe todo porque le has infundido esa creencia. Eso es lo que enseñas y lo que enseña el mundo que se fabricó para apoyarla. Mas el Maestro que conoce la verdad no se ha olvidado de ella. Sus decisiones benefician a todos por igual al estar totalmente desprovistas de ataque. Y son, por lo tanto, incapaces de generar culpabilidad.

5. Aquel que asume un poder que no posee se está engañando a sí mismo. Sin embargo, aceptar el poder que Dios le ha dado, no es sino reconocer a su Creador y aceptar Sus dones. Y Sus dones no tienen límite. Pedirle al Espíritu Santo que decida por ti es simplemente aceptar tu verdadera herencia. ¿Quiere esto decir que no puedes decir nada sin antes consultarlo con Él? ¡Por supuesto que no! Eso no sería en modo alguno práctico, y el enfoque de este curso es primordialmente práctico. Si has formado el hábito de pedir ayuda en toda circunstancia o situación, puedes estar seguro de que te dará sabiduría cuando la necesites. Prepárate para ello cada mañana; recuerda a Dios cuantas veces puedas a lo largo del día; pídele ayuda al Espíritu Santo siempre que te sea posible, y por la noche, dale las gracias por Su guía. Tu confianza estará ciertamente bien fundada.

6. Nunca olvides que el Espíritu Santo no depende de tus palabras. Él comprende las peticiones de tu corazón y las colma. ¿Quiere esto decir que mientras te siga atrayendo el ataque Él te responderá con maldad? Por supuesto que no. Dios le ha dado el poder de traducir las oraciones de tu corazón a Su lenguaje. El Espíritu Santo comprende que un ataque es una petición de ayuda  y, por consiguiente, responde ofreciendo ayuda. Dios sería cruel si permitiese que tus palabras reemplazaran a las Suyas. Un padre amoroso no deja que su hijo se lastime ni que se destruya a sí mismo. El hijo podrá pedir lo que le haría daño, pero aun así su padre lo protege. ¿Y no ama tu Padre a Su Hijo muchísimo más que eso?

7. Recuerda que tú eres Su Compleción y Su Amor. Recuerda que tu debilidad es Su Fortaleza. Pero no interpretes esto a la ligera o erróneamente. Si Su Fortaleza está en ti, lo que percibes como tu debilidad no es más que una ilusión. Y Él te ha proporcionado los medios para probarlo. Pídele todo a Su Maestro y todo se te dará. No en el futuro, sino inmediatamente: ahora mismo. Dios no espera, pues esperar comporta tiempo y Él es intemporal. Olvida tus absurdas imágenes, tu sensación de debilidad y el temor a ser herido; tus sueños de peligro y todas las “cosas malas” que has hecho. Dios solo conoce a Su Hijo, Quien sigue siendo exactamente tal como fue creado. Yo te pongo en Sus Manos con plena confianza y doy gracias por ti de que así sea.

 8. Y ahora, bendito seas en todo lo que hagas. Dios te pide ayuda para salvar el mundo. Maestro de Dios, Él te ofrece Su Gratitud y el mundo entero queda en silencio ante la Gracia del Padre que traes contigo. Tú eres el Hijo que Él ama, y te es dado ser el medio a través del cual Su Voz se oye por todo el mundo, para poner fin a todo lo temporal, para acabar con la visión de todo lo visible y para des-hacer todas las cosas cambiantes. A través de ti se anuncia un mundo que, aunque no se ve ni se oye, está realmente ahí. Santo eres, y en tu luz el mundo refleja tu santidad, pues no estás solo y sin amigos. Doy gracias por ti y me uno a tus esfuerzos en Nombre de Dios, sabiendo que también lo son en mi nombre y en el nombre de todos aquellos que junto conmigo se dirigen a Dios. AMÉN

28. ¿QUÉ ES LA RESURRECCIÓN?



 1. La resurrección, dicho llanamente, es la superación de la muerte o el triunfo sobre ella. Es un redespertar o renacimiento; un cambio de parecer con respecto al significado del mundo. Es la aceptación de la interpretación del Espíritu Santo con respecto al propósito del mundo; la aceptación de la Expiación para uno mismo. Es el fin de los sueños de aflicción y la jubilosa conciencia del sueño final del Espíritu Santo. Es el reconocimiento de los dones de Dios. Es el sueño en el que el cuerpo opera perfectamente al no tener otra función que la de ser un medio de comunicación. Es la lección con la que concluye el aprendizaje, pues con ella se consuma y se supera. Es la invitación a Dios para que dé el paso final. Es el abandono de cualquier otro propósito, cualquier otro interés, cualquier otro deseo o cualquier otro empeño. Es el deseo único que el Hijo tiene por su Padre.

2. La resurrección, al ser la afirmación de la vida, es la negación de la muerte. De esta manera, la forma de pensar del mundo se invierte por completo. Ahora se reconoce que la vida es la salvación, y cualquier clase de dolor o aflicción se percibe como el infierno. Ya no se le teme al amor, sino que se le da jubilosamente la bienvenida. Los ídolos han desaparecido y el recuerdo de Dios brilla en el mundo sin ninguna obstrucción. Se ve la faz de Cristo en todo ser vivo y no se mantiene nada en la obscuridad, excluido de la luz del perdón. Ya no quedan pesares sobre la tierra. El júbilo del Cielo ha descendido sobre ella.

3. Ahí termina el programa de estudios. De ahí en adelante no habrá necesidad de más instrucciones. La visión ha sido totalmente corregida y todos los errores han sido des-hechos.  El ataque no tiene sentido y la paz ha llegado. Se ha alcanzado la meta del programa de estudios. Los pensamientos se dirigen hacia el Cielo y se apartan del infierno. Todo anhelo queda satisfecho, pues, ¿qué queda ahora que aún necesite respuesta o esté incompleto? La última ilusión se extiende sobre el mundo, perdonándolo todo y substituyendo todo ataque. Se ha logrado la inversión total. No queda nada que contradiga la Palabra de Dios. No hay nada que se oponga a la verdad. Y ahora, por fin, la verdad puede llegar. ¡Cuán pronto vendrá cuando se la invite a entrar y a envolver semejante mundo!

4. Todos los corazones palpitantes se encuentran tranquilos y llenos de una gran expectación porque la hora de lo eterno está por llegar. La muerte no existe. El Hijo de Dios es libre. Y en su libertad radica el fin del miedo. Ya no quedan en la tierra lugares ocultos que puedan dar refugio a ilusiones enfermizas, a sueños de temor o a falsas percepciones del universo. Todas las cosas se ven en la luz, y en la luz se transforma y se comprende su propósito. Y nosotros, los Hijos de Dios, nos levantamos del polvo y contemplamos nuestra perfecta impecabilidad . El canto del Cielo se escucha por todo el mundo, a medida que éste es elevado y conducido a la verdad.

5. Ahora no hay distinciones. Las diferencias han desaparecido y el Amor se contempla a Sí Mismo. ¿Qué necesidad hay ahora de otro panorama?  ¿Queda algo que la visión pueda llevar a cabo?  Ya hemos visto la faz de Cristo, Su Impecabilidad y Su Amor tras toda forma y más allá de todo propósito. ¡Somos santos porque Su Santidad en verdad nos ha liberado! Y aceptamos Su Santidad como nuestra, como en efecto lo es. Y seremos eternamente tal como Dios nos creó, y lo único que deseamos es que Su Voluntad sea la nuestra.  Las fantasías de otra voluntad separada desaparecen, pues hemos encontrado unidad de propósito.

6. Éstas son las cosas que nos aguardan a todos, pero aún no estamos listos para darles la bienvenida jubilosamente. Mientras quede una sola mente poseída por sueños de maldad, el pensamiento del infierno será real. Los maestros de Dios tienen como meta despertar las mentes de aquellos que duermen y ver la visión de la faz de Cristo ocupar el lugar de lo que ellas sueñan. El pensamiento de asesinato es reemplazado por bendiciones. Se abandonan los juicios y se le entregan a Aquel cuya función es juzgar. Y en Su Juicio Final se restaura la verdad del santo Hijo de Dios. Él ha sido redimido, pues ha escuchado la Palabra de Dios y ha comprendido su significado. Es libre porque ha permitido que la Voz de Dios proclame la verdad. Y todos aquellos a quienes antes pensó crucificar resucitan ahora con él, a su lado, según se prepara con ellos para encontrarse con su Dios.


27. ¿QUÉ ES LA MUERTE?



1. La muerte es el sueño central de donde emanan todas las ilusiones. ¿No es acaso una locura pensar que la vida no es otra cosa que nacer, envejecer, perder vitalidad y finalmente morir? Ya hemos planteado esta pregunta anteriormente, pero ahora debemos examinarla con mayor detenimiento. La creencia fija e inalterable del mundo es que todas las cosas nacen para morir. Se considera que así es como “opera la naturaleza”, y que no se debe poner en tela de juicio, sino que debe aceptarse como la ley “natural” de la vida. Lo cíclico, lo cambiante y lo incierto; lo inestable y lo inconstante; lo que de alguna manera crece y mengua siguiendo una trayectoria determinada es lo que se considera la Voluntad de Dios. Y nadie se pregunta si un Creador benigno hubiese podido disponer algo así.

2. Si el universo que percibimos fuese tal como Dios lo creó, sería imposible pensar que Dios es amoroso. Pues aquel que ha decretado que todas las cosas mueran y acaben en polvo, desilusión y desesperanza, no puede sino inspirar temor. Tu insignificante vida está en sus manos, suspendida de un hilo que él está listo para cortar sin que Le importe o lo lamente, tal vez hoy mismo. Y aun si esperase, el final es seguro de todas formas. El que ama a un dios así no conoce el amor, ya que ha negado que la vida sea real.  La muerte se ha convertido en el símbolo de la vida. Su mundo es ahora un campo de batalla, en donde reina la contradicción y los opuestos luchan en una guerra interminable. Donde hay muerte la paz es imposible.

3. La muerte es el símbolo del temor a Dios. La idea de la muerte oculta Su Amor y lo mantiene al margen de la conciencia cual un escudo puesto en alto para bloquear el sol. Lo siniestro de este símbolo basta para demostrar que la muerte no puede coexistir con Dios. La muerte muestra una imagen del Hijo de Dios en la que éste acaba “descansando en paz” en los brazos de la devastación, donde los gusanos lo esperan para darle la bienvenida y, gracias a su muerte, prolongar un poco más su propia existencia. Mas los gusanos están igualmente condenados a morir. Y de esta forma, todas las cosas viven gracias a la muerte. En la naturaleza, el devorarse unos a otros es “ley de vida”. Dios está loco y solo el miedo es real.

4. La extraña creencia de que una parte de las cosas que mueren puede seguir existiendo separada de lo que muere, tampoco proclama a un Dios amoroso ni vuelve a sentar las bases para que se tenga confianza. Si la muerte es real para una sola cosa, la vida no existe. La muerte niega la vida. Pero si la vida es real, lo que se niega es la muerte. En esto no puede haber transigencia alguna. O bien existe un dios de miedo o bien Uno de Amor. El mundo intenta hacer miles de transigencias al respecto y tratará de hacer mil más. Ni una sola puede ser aceptable para los maestros de Dios, ya que ninguna de ellas sería aceptable para Dios. Él no creó la muerte, puesto que no creó el miedo. Para Él ambas cosas están igualmente desprovistas de sentido.

5. La “realidad” de la muerte está firmemente arraigada en la creencia de que el Hijo de Dios es un cuerpo. Y si Dios hubiese creado cuerpos, la muerte sería ciertamente real. Pero en ese caso Dios no sería amoroso. Ningún otro punto ilustra de forma tan evidente el contraste entre la percepción del mundo real y la del mundo de las ilusiones. Si Dios es Amor, la muerte es, de hecho, la muerte de Dios. Por lo tanto, Su Propia Creación no puede sino temerle. Dios no es un Padre, sino un destructor; un vengador, no un Creador. Sus Pensamientos son aterradores y Su Imagen temible. Contemplar Sus Creaciones es morir.

 6. “El último enemigo destruido será la muerte.” ¡Por supuesto que sí! Sin la idea de la muerte no habría mundo. Todos los sueños acabarán con éste. Ésta es la meta final de la salvación, el fin de todas las ilusiones. Y todas las ilusiones nacen de la muerte. ¿Qué puede nacer de la muerte y tener vida? Por otra parte, ¿qué puede originarse en Dios y morir? Las inconsistencias, las transigencias y los ritos que el mundo fomenta en sus vanos intentos de aferrarse a la muerte y al mismo tiempo pensar que el amor es real, no son más que necios trucos mágicos, ineficaces y desprovistos de sentido. Dios es, y en Él todas las cosas creadas no pueden sino ser eternas. ¿No ves que de no ser así Él tendría un opuesto y el miedo sería tan real como el amor?

7. Maestro de Dios, tu única tarea puede definirse de la siguiente manera: no hagas ningún trato en el que la muerte sea parte integrante. No creas en la crueldad ni permitas que el ataque oculte la verdad de ti. Lo que parece morir, tan solo se ha percibido incorrectamente y se ha llevado al campo de las ilusiones. De ahí que tu tarea sea ahora permitir que las ilusiones sean llevadas ante la verdad. Mantente firme solo en esto: no te dejes engañar por la “realidad” de ninguna forma cambiante. La verdad no cambia ni fluctúa, ni sucumbe ante la muerte o ante la destrucción. ¿Y cuál es el final de la muerte? Nada más que esto: el reconocimiento de que el Hijo de Dios es inocente ahora y siempre. Nada más que eso. Pero no olvides que tampoco es menos.




26. ¿ES POSIBLE LLEGAR A DIOS DIRECTAMENTE?



1. Sin duda alguna se puede llegar a Dios directamente, pues no hay ninguna distancia entre Él y Su Hijo. La conciencia de lo que Dios es se encuentra en la memoria de cada uno y Su Palabra está impresa en el corazón de todos. No obstante, dicha conciencia y dicha memoria solo podrán traspasar el umbral del reconocimiento cuando se hayan eliminado todos los obstáculos que se oponen a la verdad. Mas ¿para cuántos es éste el caso? De ahí el papel esencial de los maestros de Dios. Y aunque ellos tampoco han alcanzado todavía el entendimiento necesario, se han unido a otros. Esto es lo que los diferencia del resto del mundo. Y esto es lo que permite que otros abandonen el mundo con ellos. Solos no son nada. Pero en su unión reside el Poder de Dios.

2. Hay quienes han llegado a Dios directamente, al haber dejado atrás todo límite mundano y al haber recordado perfectamente su Identidad. A éstos se les podría llamar Maestros de maestros porque, aunque ya no se les puede ver, todavía se puede invocar su imagen. Y aparecerán en el momento y en el lugar en que pueda ser de utilidad que lo hagan. A quienes su aparición les podría atemorizar, les dan sus ideas. Nadie puede invocarlos en vano. No hay nadie de quien ellos no sean conscientes. Son conscientes de todas las necesidades, y reconocen y pasan por alto todos los errores. Llegará un día en que todo esto se entenderá claramente. Mientras tanto, ellos les dan todos sus dones a los maestros de Dios que acuden a ellos en busca de ayuda, pidiendo todas las cosas en el nombre de ellos y en ningún otro.

3. Es posible que en algunas ocasiones un maestro de Dios tenga una breve experiencia de unión directa con Dios. Sin embargo, es casi imposible que en este mundo una experiencia así pueda perdurar. Tal vez se pueda alcanzar tras mucha devoción y dedicación, y luego conservarse durante gran parte de la estancia en la tierra. Mas eso es tan raro, que no se puede considerar una meta realista. Si sucede, bien. Si no sucede, bien también. Todos los estados mundanos son en cualquier caso ilusorios. Si se alcanzase a Dios directamente en una conciencia continua, el cuerpo no se podría conservar por mucho tiempo. Aquellos que han abandonado el cuerpo con el único propósito de ser de ayuda a los que aún están aquí son en verdad muy pocos. Y ellos necesitan ayudantes que aún se encuentren en cautiverio y que aún estén dormidos para que con su despertar pueda oírse la Voz de Dios.

4. No te desesperes, pues, por causa de tus limitaciones. Tu función es escapar de ellas, no que no las tengas. Si quieres ser oído por los que sufren, tienes que hablar su lengua. Si quieres ser un salvador, tienes que entender de qué es de lo que hay que escapar. La salvación no es algo teórico. Examina el problema, pide la respuesta y, cuando te llegue, acéptala. No tardará mucho en llegar. Se te proveerá de toda la ayuda que estés dispuesto a aceptar, y toda necesidad que tengas será satisfecha. Por lo tanto, no nos preocupemos demasiado por objetivos para los que todavía no estás listo. Dios te acepta en el nivel en el que estás y te da la bienvenida. ¿Qué más podrías desear, cuando esto es todo lo que necesitas?

25. ¿SON DESEABLES LOS PODERES “PSÍQUICOS”?



1. La respuesta a esta pregunta es muy parecida a la anterior. No existen poderes “antinaturales”, e inventar un poder que no existe es obviamente recurrir a la magia. Es igualmente obvio, sin embargo, que cada individuo tiene un sinnúmero de capacidades de las que no es consciente. A medida que su conciencia se expanda, es posible que desarrolle facultades que le parezcan muy sorprendentes. No obstante, nada que él pueda hacer puede compararse en lo más mínimo con la gloriosa sorpresa de recordar Quién es. Si deja que todo su aprendizaje y todos sus esfuerzos se dirijan hacia esa gran sorpresa final, no querrá que las pequeñas sorpresas que se puedan presentar en el camino lo retrasen.

2. Ciertamente hay muchos poderes “psíquicos” que están claramente de acuerdo con los postulados de este curso. La comunicación no se limita únicamente a la reducida gama de canales que el mundo reconoce.  Si así fuese, no tendría objeto tratar de enseñar la salvación.  Sería imposible hacerlo.  Los límites que el mundo impone a la comunicación son los mayores obstáculos para una experiencia directa del Espíritu Santo, Quien siempre está aquí y Cuya Voz está siempre presta a ser oída.  Estos límites se establecen por miedo, pues sin ellos las paredes que circundan todos los lugares separados del mundo se derrumbarían ante el santo sonido de Su Voz.  Aquel que de alguna manera trasciende estos límites, está simplemente volviéndose más natural.  No está haciendo nada especial y no hay nada mágico en sus logros.

3. Las facultades aparentemente nuevas que se pueden adquirir en el camino hacia Dios pueden ser muy útiles. Cuando se le entregan al Espíritu Santo y se usan bajo Su dirección, se convierten en recursos de enseñanza muy valiosos. Ante esto, la cuestión de cómo surgen es irrelevante.  Lo único que hay que tener en cuenta es el uso que se les da. Si se consideran como fines en sí mismas, independientemente de cómo se haga esto, el progreso se demorará.  Su valor no reside tampoco en que prueben nada: ya sean logros del pasado, conexiones insólitas con lo “invisible” o favores “especiales” provenientes de Dios.  Dios no hace favores especiales, y nadie posee ningún poder que no esté al alcance de los demás.  La posesión de poderes especiales solo se puede “demostrar” mediante el uso de trucos mágicos.

4. Nada que sea genuino puede usarse para engañar. El Espíritu Santo es incapaz de engañar y solo puede valerse de facultades genuinas. Lo que se usa con fines mágicos a Él le resulta inservible. Y lo que Él usa no se puede emplear para la magia. Existe, sin embargo, una atracción especial por las capacidades poco usuales que las hace curiosamente tentadoras. Poseen poderes que el Espíritu Santo quiere y necesita. Mas el ego ve en esos mismos poderes una oportunidad para vanagloriarse. Cuando los poderes se convierten en debilidades es ciertamente trágico. Lo que no se le entrega al Espíritu Santo, no puede sino entregársele a la debilidad, pues lo que se le niega al amor se le da al miedo y, como consecuencia, será temible.

5. Incluso los que han dejado de valorar las cosas materiales del mundo pueden dejarse engañar por los poderes “psíquicos”. Al dejar de interesarse por los regalos materiales del mundo, el ego se ve seriamente amenazado. Mas todavía puede ser lo suficientemente fuerte como para recobrarse valiéndose de esta nueva tentación a fin de recuperar fuerzas mediante artimañas. Muchos en esa situación no se percatan de las defensas del ego, si bien no es que éstas sean precisamente sutiles. Sin embargo, mientras se tenga el más mínimo deseo de ser engañado, el engaño se producirá fácilmente. Ahora el “poder” deja de ser una facultad genuina y ya no se puede contar con él. Es casi inevitable que el individuo refuerce las incertidumbres que tiene acerca de su “poder” engañándose cada vez más a sí mismo a no ser que cambie de parecer con respecto a su propósito.

6. Cualquier facultad que alguien desarrolle tiene el potencial de ser usada para el bien. En esto no hay excepciones. Y cuanto más insólito e imprevisto sea el poder, mayor será su potencial para servir de ayuda. La salvación tiene necesidad de todas las facultades, pues lo que el mundo quiere destruir, el Espíritu Santo lo quiere restaurar. Se han usado las facultades “psíquicas” para invocar al demonio, lo cual no hace otra cosa que reforzar el ego. Mas estas facultades pueden ser también un canal de esperanza y curación si se ponen al servicio del Espíritu Santo. Aquellos que han desarrollado poderes “psíquicos” no han hecho sino permitir que se erradiquen de sus mentes algunas de las limitaciones que ellos mismos les habían impuesto. Si utilizan esta mayor libertad para aprisionarse aún más, no harán sino imponerse mayores limitaciones. El Espíritu Santo tiene necesidad de esos dones, y quienes se los ofrecen a Él y solo a Él caminan con la gratitud de Cristo en sus corazones y con Su santa visión siguiéndoles muy de cerca.




24. ¿EXISTE LA REENCARNACIÓN?



1. En última instancia, la reencarnación es imposible. El pasado no existe ni el futuro tampoco, y la idea de nacer en un cuerpo ya sea una o muchas veces no tiene sentido. La reencarnación, por lo tanto, no puede ser verdad desde ningún punto de vista. Nuestra única pregunta debería ser: “¿Es un concepto útil?” Y eso depende, por supuesto, del uso que se le dé. Si se usa para reforzar el reconocimiento de la naturaleza eterna de la vida, es ciertamente útil. ¿Qué otra pregunta con respecto a la reencarnación podría ser útil para arrojar luz sobre el camino? Al igual que muchas otras creencias, ésta puede usarse desacertadamente. En el mejor de los casos, el mal uso que se hace de ella da lugar a preocupaciones y tal vez a orgullo por el pasado. En el peor de los casos, provoca inercia en el presente. Y entre estos dos extremos, puede dar lugar a muchísimas insensateces.

2. La reencarnación no sería, en ningún caso, el problema con el que hay que lidiar ahora. Si la reencarnación fuese responsable de algunas de las dificultades a las que el individuo se enfrenta ahora, su única tarea seguiría siendo la de escapar de ellas ahora. Si está sentando las bases para una vida futura, aun así solo ahora puede solventar el asunto de su salvación. Puede que algunos hallen consuelo en el concepto, y si eso es así, su valor es evidente. Lo cierto es, sin embargo, que tanto los que creen en la reencarnación como los que no, pueden encontrar el camino que conduce a la salvación. Por lo tanto, no puede considerarse que sea una idea esencial en el programa de estudios. Siempre existe cierto riesgo en ver el presente en función del pasado. Mas siempre hay algo bueno en cualquier pensamiento que refuerce la idea de que la vida y el cuerpo no son lo mismo.

3. Para nuestros propósitos, no sería útil adoptar una postura definitiva al respecto. Un maestro de Dios debe ser igualmente útil para los que creen en la reencarnación como para los que no. Exigirle una postura definitiva simplemente limitaría su utilidad, así como su propia capacidad de decisión. Nuestro curso no se ocupa de ningún concepto que no sea aceptable para cualquier persona, independientemente de sus creencias previas. Bastante tendrá con lidiar con su ego, como para añadir controversias sectarias a su carga. Tampoco sería ventajoso que alguien aceptara el curso prematuramente solo porque éste apoya una creencia que él ha albergado por mucho tiempo.

4. No puede hacerse demasiado hincapié en el hecho de que lo que el curso se propone es una completa inversión del pensamiento. Cuando esto finalmente se logre, cuestiones tales como la validez de la reencarnación dejarán de tener sentido. Hasta entonces, es probable que sean simplemente motivo de controversia. El maestro de Dios, por lo tanto, hará bien en alejarse de todas esas cuestiones, ya que aparte de ellas es mucho lo que tiene que enseñar y aprender. Debe aprender y enseñar que las cuestiones teóricas no son más que una pérdida de tiempo, puesto que desvían al tiempo del propósito que se le asignó. Si un concepto o una creencia tienen aspectos útiles, se le dirá. También se le dirá cómo usarlos ¿Qué más necesita saber?

5. ¿Quiere decir esto que el maestro de Dios no debe creer en la reencarnación ni discutirla con otros que sí creen en ella? ¡Por supuesto que no! Si él cree en la reencarnación, sería un error que renunciase a su creencia a menos que su Maestro interno así se lo aconsejase. Y eso es muy poco probable. Es posible que se le indique que está haciendo un mal uso de la creencia, de tal manera que ello resulta perjudicial tanto para el progreso de su alumno como para el suyo propio. En ese caso, se le recomendaría una reinterpretación, puesto que es necesaria. Lo único que se tiene que reconocer, no obstante, es que el nacimiento no fue el principio y que la muerte no es el final. Mas ni siquiera esto se requiere del principiante. Él solo necesita aceptar la idea de que lo que sabe no es necesariamente todo lo que es posible aprender. Su jornada habrá comenzado.

6. El énfasis de este curso es siempre el mismo: en este momento es cuando se te ofrece total salvación y en este momento es cuando puedes aceptarla. Ésa sigue siendo tu única responsabilidad. La Expiación se puede equiparar al escape total del pasado y a la total falta de interés por el futuro. El Cielo está aquí. No existe ningún otro lugar. El Cielo es ahora. No existe ningún otro tiempo. Los maestros de Dios no se interesan por ninguna enseñanza que no conduzca a esto. Todas las creencias apuntan a ello si han sido interpretadas correctamente. En este sentido, se puede decir que su verdad está determinada por su utilidad. Todas las creencias que facilitan el progreso se deben respetar. Éste es el único criterio que este curso requiere. No se requiere nada más.