1. El papel central que ocupa la mentalidad abierta—quizá el último de
los atributos que el maestro de Dios adquiere—puede entenderse fácilmente cuando
se reconoce la relación que guarda con el perdón. La mentalidad abierta procede
de una ausencia de juicios. De la misma manera en que los juicios cierran la
mente impidiéndole la entrada al Maestro de Dios, de igual modo la mentalidad
abierta Lo invita a entrar. De la misma manera en que la condenación juzga al
Hijo de Dios como malvado, de igual modo la mentalidad abierta permite que sea
juzgado por la Voz de Dios en Su Nombre. De la misma manera en que la
proyección de la culpa sobre él lo envía al infierno, la mentalidad abierta
permite que la imagen de Cristo le sea extendida. Solo aquellos que tienen una
mentalidad abierta pueden estar en paz, pues son los únicos que ven razones
para ello.
2. ¿Cómo perdonan los que tienen una mentalidad abierta? Han
renunciado a todas las cosas que les impedirían perdonar. Han abandonado
realmente el mundo y permitido que éste les sea restaurado con tal frescura y
en un júbilo tan glorioso, que jamás hubiesen podido concebir un cambio así. Nada
es ahora como era antes. Todo lo que antes parecía opaco y sin vida, ahora no
hace sino refulgir. Lo que es más, todas las cosas les dan la bienvenida, ya
que ha desaparecido toda sensación de amenaza. Ya no quedan tinieblas que
oculten la faz de Cristo. Ya se ha logrado el objetivo. El perdón es la meta
final del programa de estudios, pues allana el camino para lo que se encuentra
más allá de todo aprendizaje. El programa de estudios no hace ningún esfuerzo
por excederse de su verdadera meta. El perdón es su único objetivo, en el cual
converge en última instancia todo aprendizaje. Ciertamente eso es suficiente.
3. Habrás notado que la lista de atributos de los maestros de Dios no
incluye las características que constituyen la herencia del Hijo de Dios.
Términos tales como amor, impecabilidad, perfección, conocimiento y verdad
eterna no aparecen en este contexto, pues no serían apropiados aquí. Lo que
Dios ha dado está tan remotamente alejado de nuestro programa de estudios, que
el aprendizaje no puede sino desaparecer ante su presencia. Sin embargo,
mientras su presencia esté velada, el enfoque ha de centrarse necesariamente en
el programa de estudios. La función de los maestros de Dios es llevar al mundo
el verdadero aprendizaje. Propiamente dicho, lo que llevan es un des-aprendizaje,
que es a lo único que se le puede llamar “verdadero aprendizaje” en este mundo.
A los maestros de Dios se les ha encomendado la función de llevar al mundo las
buenas nuevas del completo perdón. Bienaventurados son en verdad, pues son los
portadores de la salvación.
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