1. El grado de fe de un maestro de Dios indica cuán avanzado se encuentra
en su programa de estudios. ¿Pone en práctica este aprendizaje solo en algunos
aspectos de su vida mientras mantiene otros aparte? De ser así, su progreso es
lento y su confianza aún no se ha arraigado firmemente. La fe es la confianza
que el maestro de Dios tiene de que la Palabra de Dios ha de resolver todas las
cosas perfectamente. No solo algunas, sino todas. Comienza generalmente
poniendo su fe en la resolución de solo algunos problemas, manteniéndola así
cuidadosamente restringida por un tiempo. Someter todos los problemas a una
sola Respuesta es invertir completamente la manera de pensar del mundo. Y solo
eso es fe. Ninguna otra cosa merece que se le llame por ese nombre. Con todo,
vale la pena lograr cada avance, por pequeño que sea. Estar dispuesto, como
indica el texto, no quiere decir que se haya alcanzado la maestría.
2. La verdadera fe, sin embargo, no se desvía. Al ser consistente, es
completamente honesta. Al ser consecuente, goza de absoluta confianza. Al estar
basada en la ausencia de temor, es mansa. Al gozar de certeza, rebosa júbilo, y
al tener confianza, es tolerante. La fe, por lo tanto, encierra en sí todos los
demás atributos de los maestros de Dios y entraña la aceptación de Su Palabra y
de la Definición que Él tiene de Su Hijo. Hacia Ellas es adonde la fe, en el
verdadero sentido de la palabra, siempre se dirige. En Ellas tiene puestas sus
miras, buscándolas hasta que las encuentra. La indefensión naturalmente la
acompaña y su condición es el júbilo. Y una vez que las encuentra, descansa con
sosegada certeza solo en Aquello que es digno de toda fe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario