1. Aunque en la realidad el término sacrificio no tiene absolutamente
ningún significado, en el mundo ciertamente lo tiene. Al igual que todas las
cosas del mundo, su significado es temporal, y una vez que deje de haber
necesidad de él, se disolverá finalmente en la nada de dónde provino. De
momento, su verdadero significado es una lección. Al igual que todas las demás lecciones, es una
ilusión, puesto que en realidad no hay nada que aprender. Esta ilusión, no
obstante, debe ser reemplazada por un mecanismo correctivo: otra ilusión que
reemplace a la primera para que ambas puedan finalmente desaparecer. La primera
ilusión que debe ser desplazada antes de que otro sistema de pensamiento pueda
arraigarse, es que abandonar las cosas de este mundo supone un sacrificio. ¿Qué
podría ser esto sino una ilusión, dado que el mundo en sí no es más que una
ilusión?
2. Se tiene que haber aprendido mucho para reconocer, y para aceptar,
el hecho de que el mundo no tiene nada que ofrecer. ¿Qué puede significar el
sacrificio de lo que no es nada? No puede significar que como resultado de ello
tengas menos. De acuerdo con el pensar
del mundo, no hay sacrificio que no incluya al cuerpo. Piensa por un momento en lo que el mundo llama
sacrificio. El poder, la fama, el dinero, los placeres físicos, ¿quién es el
“héroe” que posee todas esas cosas? ¿Qué
significado podrían tener excepto para un cuerpo? Mas un cuerpo no puede evaluar. Al ir en pos
de tales cosas, la mente se identifica con el cuerpo, ocultando su Identidad y
perdiendo de vista lo que realmente es.
3. Una vez que se ha producido esta confusión, a la mente le resulta
imposible entender que todos los “placeres” del mundo no son nada. Pero el sacrificio que éstos conllevan, ¡eso
sí que es un sacrificio! Pues ahora la mente se ha condenado a sí misma a
buscar sin la posibilidad de hallar nada; a estar insatisfecha y descontenta
para siempre; y a no saber lo que realmente quiere hallar. ¿Quién podría escapar
de esta auto-condenación? Solo a través
de la Palabra de Dios es posible escapar, pues la auto-condenación es una
decisión acerca de nuestra identidad y nadie duda de lo que cree ser. Podrá
dudar de todo, pero nunca de eso.
4. Los maestros de Dios no sienten ningún pesar al renunciar a los
placeres del mundo. ¿Cómo podría ser un sacrificio renunciar al dolor? ¿Lamentan
acaso los adultos abandonar los juguetes que tenían de niños? Y el que ha
vislumbrado la faz de Cristo, ¿podría sentir nostalgia por lo que sucede en un
matadero? Nadie que se haya escapado del mundo y de todos sus males lo
contempla con condenación. No obstante, no puede sino alegrarse de estar libre
del sacrificio que todas las cosas que el mundo valora le habrían exigido. Por
ellas sacrificaba su paz. Por ellas sacrificaba su libertad. Y, para poseerlas,
hubiera tenido que sacrificar su esperanza de alcanzar el Cielo y el recuerdo
del Amor de su Padre. ¿Quién, en su sano juicio, escogería lo que no es nada
como substituto de lo que lo es todo?
5. ¿Cuál es el verdadero significado del sacrificio? Es el costo de creer
en las ilusiones. Es el precio que hay que pagar por negar la verdad. No hay
placer en el mundo que no exija esto, pues, de otra manera, se vería que el
placer es dolor, y nadie pediría dolor si reconociera que eso es lo que está
pidiendo. La idea de sacrificio es la que lo ciega. No se da cuenta de lo que
está pidiendo y, por consiguiente, lo busca de mil maneras y en mil lugares
distintos creyendo en cada ocasión que está allí, pero acabando siempre
desilusionado. ”Busca, pero no halles” sigue siendo el decreto implacable de
este mundo, y nadie que persiga los objetivos del mundo puede eludirlo.
6. Tal vez pienses que este curso requiere que sacrifiques todo aquello
que tienes en gran estima. En cierto sentido eso es cierto, pues tienes en gran
estima cosas que crucifican al Hijo de Dios, y el objetivo de este curso es
liberarlo. Pero no te equivoques con respecto a lo que realmente significa el
sacrificio. El sacrificio es siempre la renuncia a lo que quieres. ¿Y qué es,
oh maestro de Dios, lo que quieres? Dios te ha llamado y tú has contestado. ¿Sacrificarías
ahora esa Llamada? Son muy pocos los que la han oído hasta ahora y no tienen a
nadie más a quien recurrir sino a ti. No hay otra esperanza en todo el mundo en
la que puedan confiar. No hay otra voz en todo el mundo que sea eco de la de
Dios. Si sacrificas la verdad, ellos se quedan en el infierno. Y si ellos se
quedan en el infierno, tú no podrás sino quedarte allí con ellos.
7. No olvides que el sacrificio es total. No hay sacrificios a medias.
No puedes renunciar al Cielo parcialmente. No puedes estar en el infierno solo
un poco. La Palabra de Dios no admite excepciones. Esto es lo que La hace santa
y que esté más allá del mundo. Es su santidad la que apunta hacia Dios. Es su
santidad la que te mantiene a salvo. La niegas cada vez que, por la razón que
sea, atacas a un hermano. Pues entonces es cuando te separas de Dios. Mas esa
separación no es posible. Es una separación que no puede ocurrir, una separación, no obstante, en la que sin
duda creerás porque habrás dado lugar a una situación imposible. Y en esa
situación, lo imposible parece ocurrir. Y parece ocurrir “a expensas” de la
verdad.
8. Maestro de Dios, no te olvides de lo que realmente es el sacrificio
y recuerda lo que cada decisión que tomas significa en términos de costes. Decide
en favor de Dios y todo se te dará sin costo alguno. Decide contra Él, y
estarás eligiendo lo que no es nada a costa de la conciencia de lo que es todo.
¿Qué quieres enseñar? Recuerda solamente lo que quieres aprender, pues eso es lo
único que debe importarte. La Expiación es para ti. Tu aprendizaje la reclama y
tu aprendizaje la provee. El mundo no te la ofrece, pero aprende este curso y
será tuya. Dios te ofrece Su Palabra, pues tiene necesidad de maestros. ¿Qué
otra manera puede haber de salvar a Su Hijo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario