1. ¿Puede realmente tener fin lo que no tiene principio? El mundo
acabará en una ilusión, tal como comenzó. Su final, no obstante, será una
ilusión de misericordia. La ilusión del perdón, completo, sin excluir a nadie y
de una ternura ilimitada, lo cubrirá, ocultando todo mal, encubriendo todo
pecado y dando fin a la culpabilidad para siempre. Así acabará el mundo al que
la culpa dio lugar, pues ahora no tiene ningún propósito y desaparece. El
origen de las ilusiones es la creencia de que tienen un propósito; que
satisfacen alguna necesidad o de que colman un deseo. Si se perciben como
desprovistas de propósito, dejan de verse. Al reconocerse su inutilidad,
desaparecen. ¿De qué otra manera, si no, terminan todas las ilusiones? Se
llevaron ante la verdad y la verdad no las vio. Simplemente pasó por alto lo
que no tenía sentido.
2. Hasta que el perdón no se complete, el mundo seguirá teniendo un
propósito. Es el hogar donde nace el perdón, donde crece y donde se vuelve más
fuerte y abarcador. Aquí se le alimenta, pues es aquí donde se le necesita. Un
benévolo Salvador, nacido donde el pecado fue concebido y donde la culpa parecía
real. Éste es Su hogar porque aquí ciertamente se le necesita. Él trae Consigo
el fin del mundo. Es a Su llamada a la que los maestros de Dios responden,
dirigiéndose a Él en silencio para recibir Su palabra. El mundo acabará cuando
todas las cosas que hay en él hayan sido correctamente juzgadas mediante Su
juicio. El mundo acabará con la bendición de la santidad sobre él. El mundo
desaparecerá cuando ya no quede ni un solo pensamiento de pecado. No será
destruido ni atacado y ni siquiera sufrirá el más mínimo rasguño. Simplemente
dejará de parecer que existe.
3. Ciertamente parece que esto se encuentra muy, pero que muy lejos. ”Cuando
ya no quede ni un solo pensamiento de pecado” parece ser, en efecto, un
objetivo a largo plazo. Pero el tiempo se detiene y sirve al objetivo de los
maestros de Dios. En el instante en que cualquiera de ellos acepte la Expiación
para sí mismo, no quedará ni un solo pensamiento de pecado. Perdonar un solo
pecado no es más fácil que perdonarlos todos. La ilusión de que hay grados de
dificultad es un obstáculo que el maestro de Dios tiene que aprender a pasar de
largo y dejar atrás. Un pecado que un maestro de Dios perdone completamente,
puede consumar la salvación. ¿Puedes comprender esto? No, esto no tiene ningún
sentido para los que están aquí. Sin embargo, es la lección final con la que se
restaura la unidad. Esto va en contra de la manera de pensar del mundo, pero
recuerda que el Cielo también lo hace.
4. El mundo acabará cuando su sistema de pensamiento se haya invertido
completamente. Hasta entonces, algunos fragmentos de su manera de pensar darán
todavía la impresión de tener sentido. La lección final— que trae consigo el
fin del mundo—no puede ser captada por aquellos que aún no están preparados
para abandonar el mundo e ir más allá de su limitado alcance. ¿Cuál es, entonces,
la función del maestro de Dios con respecto a esta lección final? Simplemente
tiene que aprender cómo encararla y estar dispuesto a encaminarse en esa
dirección. Necesita confiar simplemente en que si Dios le dice que ésta es una
lección que él puede aprender, es porque la puede aprender. No juzga si es
difícil o fácil. Su Maestro se la señala, y él confía en que Él le enseñará
cómo aprenderla.
5. El mundo acabará en alegría porque es un lugar triste. Cuando la
alegría haya llegado, el propósito del mundo habrá terminado. El mundo acabará
en paz porque es un campo de batalla. Cuando la paz haya llegado, ¿qué
propósito podría tener el mundo? El mundo acabará entre risas porque es un
valle de lágrimas. ¿Quién podría seguir llorando allí donde hay risa? Y solo el
completo perdón trae a todo esto para bendecir el mundo. Éste partirá en
bendiciones, pues no acabará como comenzó. Convertir el infierno en Cielo es la
función de los maestros de Dios porque lo que enseñan son lecciones que
reflejan el Cielo. Y ahora, siéntate por un momento con verdadera humildad y
date cuenta de que puedes hacer todo lo que Dios desea que hagas. No seas
arrogante y digas que no puedes aprender Su programa de estudios. Su Palabra
afirma lo contrario. Su Voluntad se hará. No puede ser de otra manera. Y da
gracias de que así sea.
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