1. Se ha dicho que hay una paz que no es de este mundo. ¿Cómo se puede
reconocer? ¿Cómo se puede encontrar? Y
una vez que se encuentra, ¿cómo se puede conservar? Consideremos cada una de estas preguntas por
separado, ya que cada una refleja un paso diferente en el camino.
2. Examinemos la primera: ¿cómo se puede reconocer la Paz de Dios? La
Paz de Dios se reconoce al principio solo por una cosa: desde cualquier punto
de vista es una experiencia radicalmente distinta de cualquier experiencia
previa. No trae a la mente nada que haya sucedido antes. No evoca nada que se
pueda asociar con el pasado. Es algo completamente nuevo. Existe ciertamente un
contraste entre esta experiencia y cualquier experiencia del pasado. Pero
curiosamente, no es éste un contraste que esté basado en diferencias reales. El
pasado sencillamente se desvanece y la quietud eterna pasa a ocupar su lugar.
Eso es todo. El contraste que se había percibido al principio sencillamente
desaparece. La quietud se ha extendido para envolverlo todo.
3. ¿Cómo se encuentra esta quietud? Nadie que busque únicamente sus
condiciones puede dejar de encontrarla. La Paz de Dios no puede hacer acto de
presencia allí donde hay ira, pues la ira niega forzosamente la existencia de
la paz. Todo aquel que de alguna manera o en ciertas circunstancias considere
que la irá está justificada, proclama que la paz es una insensatez y no podrá
por menos que creer que no existe. En esas condiciones no se puede hallar la
Paz de Dios. El perdón es, por lo tanto, la condición indispensable para
hallarla. Lo que es más, donde hay perdón tiene que haber paz. Pues ¿qué otra
cosa sino el ataque conduce a la guerra? ¿Y qué otra cosa sino la paz es lo
opuesto a la guerra? Aquí el contraste inicial resalta de una manera clara y
evidente. Cuando se halla la paz, no obstante, la guerra deja de tener sentido.
Y ahora es el conflicto el que se percibe como inexistente e irreal.
4. ¿Cómo se conserva la Paz de Dios una vez que se ha encontrado? Si
la ira retorna, en la forma que sea, el pesado telón caerá una vez más y la
creencia de que es imposible que haya paz inevitablemente regresará. La guerra
volverá a aceptarse se volverá a aceptar una vez más como la única realidad. Y
ahora tendrás que deponer tu espada nuevamente, aunque no te hayas dado cuenta
de que la habías vuelto a blandir. Pero al recordar, aunque solo sea vagamente,
cuán feliz eras sin ella, te darás cuenta de que debiste haberla vuelto a
esgrimir para defenderte. Detente entonces por un momento y piensa en lo
siguiente: ¿prefieres el conflicto o sería la Paz de Dios una mejor opción?
¿Cuál te aporta más? Una mente tranquila no es un regalo trivial. ¿No sería
acaso preferible vivir a elegir la muerte?
5. Vivir es júbilo, pero la muerte no es sino llanto. Ves en la muerte
tu escapatoria de lo que has hecho. Pero lo que no ves es que tú mismo
inventaste la muerte, la cual no es más que la ilusión de un final. La muerte
no puede ser una escapatoria porque el problema no radica en la vida. La Vida
no tiene opuesto, pues es Dios. La vida parece ser lo opuesto a la muerte
porque tú has decidido que la muerte acaba con la vida. Perdona al mundo y
comprenderás que nada que Dios creó puede tener fin y que nada que Él no haya
creado es real. Con esta frase se resume nuestro curso. Con esta frase se les
confiere a nuestras prácticas el único objetivo que tienen. Con esta frase se
describe el programa de estudios del Espíritu Santo exactamente como es.
6. ¿Qué es la Paz de Dios? La Paz de Dios no es más que esto: el
simple entendimiento de que Su Voluntad no tiene opuestos. Ningún pensamiento
que La contradiga puede ser verdadero. La disparidad entre Su Voluntad y la
tuya tan solo daba la impresión de ser real. En realidad no había conflicto,
pues Su Voluntad es la tuya. Ahora la poderosa Voluntad de Dios Mismo es Su
regalo para ti. Él no desea quedarse con Ella solo para Sí. ¿Por qué querrías
mantener tus insignificantes y frágiles alucinaciones ocultas de Él? La
Voluntad de Dios es Una y es lo único que existe. Ése es tu patrimonio. Todo el
universo que se encuentra más allá del sol y las estrellas, así como de todos
los pensamientos que puedas concebir, te pertenece. La Paz de Dios es la
condición de Su Voluntad. Alcanza Su Paz y Le recordarás.
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