1. En última instancia, la reencarnación es imposible. El pasado no
existe ni el futuro tampoco, y la idea de nacer en un cuerpo ya sea una o
muchas veces no tiene sentido. La reencarnación, por lo tanto, no puede ser
verdad desde ningún punto de vista. Nuestra única pregunta debería ser: “¿Es un
concepto útil?” Y eso depende, por supuesto, del uso que se le dé. Si se usa
para reforzar el reconocimiento de la naturaleza eterna de la vida, es
ciertamente útil. ¿Qué otra pregunta con respecto a la reencarnación podría ser
útil para arrojar luz sobre el camino? Al igual que muchas otras creencias,
ésta puede usarse desacertadamente. En el mejor de los casos, el mal uso que se
hace de ella da lugar a preocupaciones y tal vez a orgullo por el pasado. En el
peor de los casos, provoca inercia en el presente. Y entre estos dos extremos,
puede dar lugar a muchísimas insensateces.
2. La reencarnación no sería, en ningún caso, el problema con el que
hay que lidiar ahora. Si la reencarnación fuese responsable de algunas de las
dificultades a las que el individuo se enfrenta ahora, su única tarea seguiría
siendo la de escapar de ellas ahora. Si está sentando las bases para una vida
futura, aun así solo ahora puede solventar el asunto de su salvación. Puede que
algunos hallen consuelo en el concepto, y si eso es así, su valor es evidente. Lo
cierto es, sin embargo, que tanto los que creen en la reencarnación como los
que no, pueden encontrar el camino que conduce a la salvación. Por lo tanto, no
puede considerarse que sea una idea esencial en el programa de estudios. Siempre
existe cierto riesgo en ver el presente en función del pasado. Mas siempre hay
algo bueno en cualquier pensamiento que refuerce la idea de que la vida y el
cuerpo no son lo mismo.
3. Para nuestros propósitos, no sería útil adoptar una postura
definitiva al respecto. Un maestro de Dios debe ser igualmente útil para los
que creen en la reencarnación como para los que no. Exigirle una postura
definitiva simplemente limitaría su utilidad, así como su propia capacidad de
decisión. Nuestro curso no se ocupa de ningún concepto que no sea aceptable
para cualquier persona, independientemente de sus creencias previas. Bastante
tendrá con lidiar con su ego, como para añadir controversias sectarias a su
carga. Tampoco sería ventajoso que alguien aceptara el curso prematuramente solo
porque éste apoya una creencia que él ha albergado por mucho tiempo.
4. No puede hacerse demasiado hincapié en el hecho de que lo que el
curso se propone es una completa inversión del pensamiento. Cuando esto
finalmente se logre, cuestiones tales como la validez de la reencarnación
dejarán de tener sentido. Hasta entonces, es probable que sean simplemente
motivo de controversia. El maestro de Dios, por lo tanto, hará bien en alejarse
de todas esas cuestiones, ya que aparte de ellas es mucho lo que tiene que
enseñar y aprender. Debe aprender y enseñar que las cuestiones teóricas no son
más que una pérdida de tiempo, puesto que desvían al tiempo del propósito que
se le asignó. Si un concepto o una creencia tienen aspectos útiles, se le dirá.
También se le dirá cómo usarlos ¿Qué más necesita saber?
5. ¿Quiere decir esto que el maestro de Dios no debe creer en la
reencarnación ni discutirla con otros que sí creen en ella? ¡Por supuesto que
no! Si él cree en la reencarnación, sería un error que renunciase a su creencia
a menos que su Maestro interno así se lo aconsejase. Y eso es muy poco
probable. Es posible que se le indique que está haciendo un mal uso de la
creencia, de tal manera que ello resulta perjudicial tanto para el progreso de
su alumno como para el suyo propio. En ese caso, se le recomendaría una
reinterpretación, puesto que es necesaria. Lo único que se tiene que reconocer,
no obstante, es que el nacimiento no fue el principio y que la muerte no es el
final. Mas ni siquiera esto se requiere del principiante. Él solo necesita
aceptar la idea de que lo que sabe no es necesariamente todo lo que es posible
aprender. Su jornada habrá comenzado.
6. El énfasis de este curso es siempre el mismo: en este momento es
cuando se te ofrece total salvación y en este momento es cuando puedes
aceptarla. Ésa sigue siendo tu única responsabilidad. La Expiación se puede
equiparar al escape total del pasado y a la total falta de interés por el
futuro. El Cielo está aquí. No existe ningún otro lugar. El Cielo es ahora. No
existe ningún otro tiempo. Los maestros de Dios no se interesan por ninguna
enseñanza que no conduzca a esto. Todas las creencias apuntan a ello si han
sido interpretadas correctamente. En este sentido, se puede decir que su verdad
está determinada por su utilidad. Todas las creencias que facilitan el progreso
se deben respetar. Éste es el único criterio que este curso requiere. No se
requiere nada más.
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