1. Los maestros de Dios no tienen un nivel de enseñanza fijo. Cada
situación de enseñanza-aprendizaje entraña en sus inicios una relación
diferente, si bien el objetivo final es siempre el mismo: hacer de la relación
una relación santa, en la que ambos puedan ver al Hijo de Dios libre de pecado.
No hay nadie de quien un maestro de Dios no pueda aprender, de manera que no
hay nadie a quien él no pueda enseñar. Desde un punto de vista práctico, no
obstante, es imposible que pueda llegar a conocer a todo el mundo o que todo el
mundo lo pueda encontrar a él. Por lo tanto, el plan dispone que cada maestro
de Dios establezca contactos muy específicos. En la salvación no hay
casualidades. Los que tienen que conocerse se conocerán, ya que tienen el
potencial para desarrollar una relación santa. Están listos el uno para el
otro.
2. El nivel más simple de enseñanza aparenta ser bastante superficial.
Consiste en lo que parecen ser encuentros fortuitos: el encuentro “por
casualidad” de dos supuestos extraños en un ascensor; el niño que sin mirar por
donde va se tropieza con un adulto “por accidente”; dos estudiantes que “de
pronto” se encuentran caminando juntos a casa. Estos encuentros no ocurren al
azar. Cada uno de ellos tiene el potencial de convertirse en una situación de
enseñanza-aprendizaje. Quizá los dos supuestos extraños en el ascensor se
sonrían el uno al otro; tal vez el adulto no reprenda al niño por haber
tropezado con él y tal vez los estudiantes se hagan amigos. Es posible, incluso
en el nivel de encuentro más fortuito, que dos personas pierdan de vista sus
intereses separados aunque solo sea por un instante. Ese instante será
suficiente. La salvación ha llegado.
3. Es difícil entender que el concepto de niveles de enseñanza del
curso universal esté tan desprovisto de significado en la realidad como lo está
el concepto de tiempo. La ilusión de uno permite la ilusión del otro. Con el
tiempo, el maestro de Dios parece comenzar a cambiar de parecer acerca del
mundo con una sola decisión, y luego, a medida que la enseña, aprende más y más
acerca de esa nueva orientación. Hemos hablado ya de la ilusión del tiempo,
pero la ilusión de diferentes niveles de enseñanza parece ser algo distinto. Quizá
la mejor manera de demostrar que estos niveles no pueden existir, es
simplemente diciendo que todo nivel en la situación de enseñanza-aprendizaje es
parte del plan de Dios para la Expiación, y Su plan no puede tener niveles, por
ser un reflejo de Su Voluntad. La salvación está siempre lista y siempre está
ahí. Los maestros de Dios operan en diferentes niveles, pero el resultado es
siempre el mismo.
4. Cada situación de enseñanza-aprendizaje es máxima, en el sentido de
que cada persona involucrada aprende lo máximo que puede de la otra en ese
momento. En ese sentido y solo en ese sentido, podemos hablar de niveles de
enseñanza. Si usamos esta definición de niveles de enseñanza, el segundo nivel
es una relación más prolongada en la que, por algún tiempo, dos personas se
embarcan en una situación de enseñanza aprendizaje bastante intensa y luego
parecen separarse. Al igual que en el primer nivel, estos encuentros no son por
casualidad ni lo que aparenta ser el final de la relación es realmente un
final. Una vez más, cada uno de ellos aprendió lo máximo posible durante el
tiempo que estuvieron juntos. Los que se han conocido, no obstante, volverán
algún día a encontrarse, pues el destino de toda relación es hacerse santa. Dios
no se equivoca con respecto a Su Hijo.
5. El tercer nivel de enseñanza se da en relaciones que, una vez
formadas, son de por vida. En estas situaciones de enseñanza-aprendizaje se
provee a cada persona de un compañero de aprendizaje determinado que le ofrece
oportunidades ilimitadas de aprender. Por
lo general, no hay muchas relaciones de este tipo, ya que su existencia implica
que las personas en cuestión han alcanzado simultáneamente un nivel en el que
el equilibrio entre aprendizaje y enseñanza es perfecto. Esto no significa que
necesariamente se den cuenta de ello; de hecho, en la mayor parte de las
ocasiones no lo hacen. Puede que incluso haya bastante hostilidad entre ellos
por algún tiempo o tal vez de por vida. Mas si así lo deciden, tienen ante sí
la lección perfecta y la pueden aprender. Y si deciden aprenderla, se
convierten en los salvadores de los maestros que flaquean y que incluso parecen
fracasar. Es imposible que un maestro de Dios no encuentre la ayuda que
necesita.
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