1. Las características superficiales de los maestros de Dios no son de
ningún modo similares. Si se les mira con los ojos del cuerpo, se observa que
no hay parecido entre ellos, que vienen de ambientes totalmente distintos, que
sus experiencias acerca del mundo varían enormemente y que sus “personalidades”
externas son muy diversas. Durante las primeras etapas en el desempeño de su
función como maestros de Dios, aún no han adquirido las profundas
características que los establecerán como lo que son. Dios concede dones
especiales a Sus maestros porque tienen un papel especial que desempeñar en Su
plan para la Expiación. El que sean especiales es, por supuesto, una condición
estrictamente temporal, establecida en el tiempo a fin de que los conduzca más
allá de él. Estos dones especiales, nacidos de la relación santa hacia la que
se encamina la situación de aprendizaje-enseñanza, se convierten en algo
característico de todos los maestros de Dios que han progresado en su
aprendizaje. En este sentido todos son iguales.
2. Todas las diferencias que puedan existir entre los Hijos de Dios
son temporales. No obstante puede afirmarse que, en el tiempo, los maestros de
Dios más avanzados poseen las siguientes características:
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